Aquí nadie llora. Claro, ganas no faltan. Pero la justicia se construye de tragarse las lágrimas y sacar la indignación a flote. Levantar el puño es una señal que todos entendemos más allá de las barreras idiomáticas y de cómo expresamos lo que sentimos. Un puño alzado significa: ¡Aquí estoy!, ¡Escúchame!, ¡Mi lucha es tu lucha!
En el medio del escenario una mujer pequeña de estatura da una lección admirable. “ Yo no me iré, resistiré es mi tierra y en ella seguiré". Es Máxima Acuña, cajamarquina, cercada y hostilizada por la minera Yanacocha con quien mantiene un litigio judicial por la tierra. Alguien describió su lucha como David contra Goliat. Ella va ganando por puntos. Tiene el suficiente coraje para pararse cómodamente en el escenario donde la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos el entrega un premio. Desde su ubicación Máxima los mira a todos y un solo gesto arranca gritos y aplausos. Levanta el puño. Ovación de pie.
Otro gran premio de la noche es para las mujeres de Cusco y de Piura que fueron esterilizadas durante el gobierno de Alberto Fujimori, entre los años 1995 y 2000. “¡Verdad, justicia y reparación!”, corean y el público repite y aplaude.
Ruth Zuñiga, de Anta, Cusco, cuenta que la esterilizaron sin anestesia. Vulneraron su cuerpo, su dignidad, pero no su coraje.
Esperanza Huayama perdió a su hijo de 8 meses, tras la esterilización forzada, en un centro médico de Piura. Ha tomado el control del escenario para pedirnos a todos que las escuchemos, que antes nadie se interesó en lo que les ocurrió, que han insistido ante los fiscales que vean su caso, que siguen en la lucha, que no se cansarán. Mientras habla otras mujeres que la acompañan levantan el puño. Todas son una misma fuerza.
El premio 'Ángel Escobar Jurado' por su compromiso con la defensa y vigencia de los referidos derechos le fue otorgado a la jueza Inés Tello.
“Que nuestras conciencias no se corrompan”, destaca la magistrada que tuvo un discurso sentimental que por poco hace llorar a los presentes.
Recuerda que cuando conformó la sala que condenó a Vladimiro Montesinos y a los miembros del grupo militar Colina por violaciones a los Derechos Humanos en los casos 'Barrios Altos', 'El Santa' y 'Pedro Yauri', los sentenciados –todos hombres- trataban de intimidarla a ella y las otras juezas con sus posturas endurecidas y amenazantes.
“Pero ellos se olvidan que una mujer es cabeza de familia y sabe cuándo debe ser dura y cuándo actuar con sutileza”, comentó Tello.
La jueza no fue ajena a la presencia de Máxima Acuña y de las mujeres afectadas por esterilizaciones forzadas. Se refirió a la necesaria tarea de los jueces de buscar justicia para todos. “Aquí hay mujeres que hay que escuchar, que han venido a pedir justicia”, enfatizó conmovida.
Al finalizar su discurso hizo un llamado a la sociedad para luchar contra la corrupción, que afecta sobre todo a los más pobres.