Todo empezó mal. El congresista Carlos Bruce llegó al evento Empodera: Diálogo de Derechos Humanos LGTBI, Derecho a la participación política, organizado por Promsex, con un discurso que iba muy lejos, lejísimos, de los días en los que alzó la bandera gay a favor de su proyecto de ley de Unión Civil.
Si bien hasta hace unos días podía gozar de esa empatía con la comunidad LGTBI, esta se diluyó en segundos.
El también integrante del equipo de campaña de Pedro Pablo Kuczynski tuvo que enfrentar comentarios como “hipócrita”, “usted no me representa”. Y cuestionamientos como “cuánto le ha costado traicionar sus ideas estando en una agrupación que no comulga con lo que usted piensa”.
PRIMER ACTO
Carlos Bruce inició su exposición hablando sobre el porcentaje de población que no apoya la Unión Civil y el Matrimonio Igualitario. Y en su visión ‘realista’ dijo que pasaría mucho tiempo para lograr derechos. Una postura similar a los que dicen “El Perú no está preparado para esto…”. Primer rasgo homofóbico en el congresista declarado públicamente gay.
Ya existía incomodidad en la sala de conferencias cuando el evento empezó, pues algunos de los asistentes había leído en el diario Peru21 una entrevista donde Bruce señalaba, entre otras cosas, que “Pedro Pablo Kuczynski no es homofóbico”. Ojo que PPK se ha mostrado en contra de la unión civil matrimonial.
No era el único tema espinoso que tocó las fibras más sensibles del movimiento LGTBI. En esa entrevista Carlos Bruce también señalaba que el matrimonio es solo para heterosexuales y reivindica –a pesar de decir que es agnóstico- el poder e influencia que tiene la Iglesia.
“La iglesia es una entidad privada y tiene el derecho de elegir a quién le da el sacramento. El Estado no puede meterse ahí, pero sí velar por los derechos de los ciudadanos”, dijo. Segundo rasgo discriminatorio.
No, señor Bruce, la iglesia no es intocable, y el matrimonio no es exclusividad de la Iglesia, nació como un contrato civil.
SEGUNDO ACTO
Otro punto que desató indignación fue cuando Bruce –en esa entrevista- señala “no estamos proponiendo la adopción de parejas del mismo sexo porque hay una discusión científica que dice que un niño que es criado por dos padres o dos madres podría tener dificultades”.
Nadie podía creer lo que el congresista había dicho. Sus declaraciones parecían las mismas de los parlamentarios más conservadores del fujimorismo como Martha Chávez, Julio Rosas, Carlos Tubino o incluso el pastor Humberto Lay que ahora va en la plancha de César Acuña.
Pero que Bruce, siendo gay, haya dado validez a una suposición científica que señala que los niños con padres gay o lesbianas no son ‘normales’ o tiene algún ‘problemita’, es una tremenda contradicción. Porque el mismo legislador sabe que lo mismo se decía de la homosexualidad cuando antaño se le calificaba como enfermedad (Organización Mundial de la Salud dejó de calificar la homosexualidad como una enfermedad en 1990).
Incluso, él mismo, en debates abiertos con otros congresistas ultraconservadores así como representantes de la iglesia, defendió que la homosexualidad no es una enfermedad. ¿Y ahora qué pasó?
En su defensa y cuando ya algunos asistentes empezaban a soltar frases como “hipócrita”, Bruce ensayó otra respuesta: “No necesito un documento científico para que me digan que soy buen padre”. Pero ya la ambigüedad de su respuesta había calado en el auditorio.
TERCER ACTO
Un Carlos Bruce incómodo y molesto, respirando hondo, trató de defender sus argumentos. Pero cometió la peor patinada al decir:
“A ustedes ningún obispo les ha dicho en público maricón, ustedes no han sufrido esa agresión de la homofobia directa, a ustedes no les han tenido que poner el doble de guardaespaldas porque los amenazan de muerte”.
El auditorio en pleno le respondió asombrado, de los “¿queee?” pasaron hasta los “todos los días vivimos eso”, como era evidente ya que cada día son víctimas de insultos, agresiones físicas y amenazas en la casa, el colegio, el trabajo. Discriminados y desprotegidos por el Estado. Y obviamente sin el privilegio que da tener seguridad personal, como es el caso del congresista Bruce.
Así entonces Carlos Bruce vivió el peor de sus días con la comunidad LGTBI. Tanto que hasta el final de la conferencia le gritaron: “La Bruce no me representa”.