La noche es larga y traicionera. Lo saben los miedos y la angustia. El angosto callejón de la casa tiene unas hilachas rojas que son imposibles de evitar que toquen tu cuerpo. Ese camino es un viaje hacia la memoria y al llegar al final hay un patio de hojas secas en el que la historia de cada uno comienza.
Manta y Vilca son hermanas, con un mismo destino, a su corta edad, niña y adolescente. Entre los juegos y diálogos inocentes se pasa su vida en el campo. Hasta que aquel lluvioso día de marzo todo cambia. La fragilidad del amor y la inocencia se rompen. A ellas la época del conflicto armado interno les arrancó las entrañas la noche perversa en que los militares entraron a su pueblo.
“¿No estaban acaso ellos para cuidarnos de Sendero?”, se escucha la voz de una de ellas. “Somos libres, seámoslo siempre, dicen al comiencito, pero yo no les creo”, reafirma el monólogo que alude al Himno Nacional que queda sin valor frente a la ceguera, la violencia y la injusticia.
Los cuerpos de Manta y Vilca se trasladan por tres ambientes de la Casa Pausa, en Miraflores, y todos los viajantes debemos hacer la ruta con ellas, sí, nosotr@s, los espectadores.
Mientras la historia se desarrolla hay una memoria perdida que renace en cada quien. Hay un sentimiento que paraliza al escuchar una verdad que quizá sabíamos, pero preferirnos callar. Y si no la sabíamos, ahora es oportuna, aunque la aborrezcas.
Manta y Vilca son dos mujeres de las muchas que sufrieron violencia sexual sistemática y generalizada producto de la estrategia antisubversiva en la época del conflicto armado interno. Violadas por tropas en algunos casos, presas o esclavas sexuales en otros. Esa estrategia militar que invadía y arrasaba sus cuerpos para ejercer control político sobre las poblaciones, para generar miedo, para generar vergüenza, para poner a unas contra otras, a unos contra otros, a todos contra todas. Sí, así como muchas veces los subversivos, también actuaron las Fuerzas Armadas. Y eso hay que decirlo.
En tres ambientes de la casa se va desarrollando la historia, que es parte de la historia del Perú. Y mientras las acompañamos escuchando sus miedos, abriendo y cerrando puertas, una se siente impotente, vacía y llena de dolor. Entonces, me acuerdo, es como aquella espantosa escena que acabamos de ver en un vídeo de redes sociales donde un hombre viola a una mujer inconsciente, pero en este caso lejos de instigar a que las sigan violando, todos queremos participar, decir que no, que paren, que las suelten. No queremos ser cómplices.
“El escudo nacional en su chaleco”, grita una de ellas y el terror nos invade también. Y queremos escapar pero no hay quien abra las puertas. Estamos, al igual que esas mujeres, atrapados en la realidad de aquellos años, entre los 80 y 90 en los que nadie escuchaba, veía, hablaba de las violaciones sistemáticas a mujeres andinas.
Manta y Vilca es la sombra de nuestro pasado, presente y futuro. Es el legado asqueroso de una política envilecida del poder, el abuso, el racismo, el desprecio, el odio. Es nuestro legado. ¿Qué haremos con él?
Hay muchas escenas memorables en esta performance. En una de ellas Manta y Vilca recurren a un ritual del que serán parte los viajantes. Es una escena símbolo, memorable, que contrapone los valores con las verdades.
Manta y Vilca, memoria escénica es un gran lanzamiento de la Asociación Cultural Trenzar en alianza con la organización feminista Demus –Estudio para la Defensa de la Mujer.
Las facilitadoras de Dirección y Gestión en Trenzas son las activistas feministas Micaela Távara y Alondra Flores. La memoria escénica es interpretada por Mehida Monzón y Carmen Amelia Álvarez. El proceso creativo del guión se trabajó con la guía de Jorge Black Tam.
Manta y Vilca es teatro feminista que rescata la historia de las mujeres, su identidad, su clamor, su lucha por justicia y reparación. Esa alta dosis de memoria es un acto heroico en un país de violadores. Es la obra que todas y todos debemos acompañar, porque de ese dolor e indignación debe devenir en la imperiosa necesidad de actuar.
MANTA Y VILCA HOY
Mañana se realizará un Acto de Solidaridad en los exteriores de la Sala Penal Nacional (Av. Urugual cuadra 1, Lima), desde las 2 hasta las 7 p.m. acompañando a las mujeres de Manta y Vilca que brindarán su testimonio después de 30 años ante el tribunal conformado por los/as magistrados Emperatriz Pérez, Otto Verapinto y Carlos Payano. Es un juicio por crimen de lesa humanidad. La audiencia no será pública.
Según el Concejo de Reparaciones, existen 6 182 víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado registradas hasta el 2016, y una sola sentencia condenatoria
DATOS DE LA OBRA
FUNCIONES:
21, 22, 23, 28, 29 Y 30 DE ABRIL EN CASA PAUSA, UBICADA EN GENERAL SUÁREZ, 955, MIRAFLORES.
ENTRADA GENERAL: S/.30
ENTRADA ESTUDIANTES: S/.25
ESTAS SE PODRÁN COMPRAR EN LA MISMA CASA PAUSA, ANTES DE CADA FUNCIÓN, O HACIENDO RESERVA A COLECTIVA.TRENZAR@GMAIL.COM.