Apenas 24 horas después de que el Congreso derogó el DL1323 contra la violencia de género que, entre otras acciones permitía condenas agravadas en casos de feminicidio e incluía la figura de crímenes de odio, además de sanciones por el delito de discriminación a la población LGTBIQ; dos denuncias de violencia homofóbica se han producido. En ambos casos, los agraviados, venciendo prejuicios y miedos se animaron a declarar y denunciar ante la policía; pero, horas después cuando han pedido copia de la misma a uno le dijeron que no está registrada y, en el otro caso, se las negaron. 

CASO 1 

jonathan sknner graba a su agresor 

Es la madrugada del sábado 6 de mayo y Jonathan Sknner asiste a la discoteca Noise en Barranco acompañando a un amigo que realiza performance como drag queen. Mientras espera a su amigo en la barra del bar se le acerca Gonzalo José Flores Cavero, un desconocido.

Al principio lo trata con amabilidad. Gonzalo Flores Cavero lo llena de halagos: “Qué guapo, que bonito eres, qué lindo”, le dice a Jona, quien sonríe aunque sin mucho interés porque ya era hora de irse.

Flores Cavero insiste, aunque luego agrega:

“Soy heterosexual, muy macho”. Le dice que su heterosexualidad no tiene que ver con su opinión de que Jona sea lindo y guapo.

Jona trata de no mostrar interés. “Ya me voy”, le dice.

En otro lado de la discoteca, Jona y su amigo esperan a los encargados de la discoteca para finiquitar algunos trámites de pago. Una vez concluido, están por salir del local y nuevamente se acerca Flores Cavero y le propina a Jona un golpe en la cabeza, y luego repite la acción varias veces.

“¡Oye, qué te pasa, cálmate!”, le dice Jona.

Lejos de calmarse, Flores Cavero, en lo que supone que es gracioso, comienza a hincarle la cara con el dedo a Jona.

“¡Relájate!”, “¿Por qué me estás molestando?”, le increpa. “No sigas golpeándome la cabeza”, insiste. Pero el agresor también empieza a golpearle el pecho.

Jona, le advierte que si sigue así le va a tirar agua del vaso para que se calme. Pero Flores Cavero se aproxima hacia él y al moverse bruscamente propicia que se le vacíe un poco de agua en la ropa.

“Me has mojado”, le dice a Jona e inmediatamente le da un cabezazo que produce una hemorragia nasal.

Los asistentes reaccionan y ayudan a Jona. Le ponen hielo, le mojan la cabeza.

El personal de la discoteca atrapa al agresor Gonzalo José Flores Cavero y lo sacan del local. En la calle, permanece retenido y sigue burlándose de su víctima.

Ambos llegan a la Comisaría de Barranco.

“Me hicieron esperar dos horas y media. Él (agresor) cuando se fue agarró el papel de la denuncia y me lo tiró en la cara”, cuenta Jona Sknner.

Al otro día cuando quiso obtener una copia de la denuncia, el policía de turno le dijo que no había ninguna denuncia registrada. “Debe ser que no funciona el Internet”, fue la excusa que –asegura- le dio el custodio.

gonzalo flores cavero, el agresor

“No solo a mi me pasan estas cosas, le pasan a muchos homosexuales de Perú y el mundo. Esta persona tiene que ser conocida porque es un abusivo”, señaló Jona Sknner en el vídeo en el que cuenta la agresión y que fue compartido en redes sociales.

“La policía peruana no piensa hacer nada. Yo voy a encargarme de que este vídeo sea viral. Publiquen en redes sociales para que esta persona pague por lo que ha hecho”, exige.

Y es que Jona sabe que la justicia en el Perú en cuanto a derechos de gays, lesbianas, trans está en retroceso. Su denuncia llega apenas un día y medio después de que el Congreso derogó el DL1323 que protegía a los LGTBIQ de discriminación y crímenes de odio.

CASO 2

uno de los agresores  del urban bar y su victima fernando bravo

Fernando Bravo, alumno de la Universidad San Marcos, fue agredido la madrugada del sábado por cuatro integrantes del personal de seguridad de la discoteca URBAN BAR, en la calles de las pizzas en Miraflores. Son las 12.45 y apenas estuvieron 30 minutos. Suficiente para todo lo que ocurrió.

Fernando, tres amigos y dos amigas, se encuentran bailando en la discoteca. Bailan en grupo porque son amigos y se tienen confianza.

Pero, para el personal de seguridad que bailen todos juntos parece ser una ‘rareza’. Primero les dicen que tienen que consumir más o sino que se vayan. Luego, molestan a una de las chicas del grupo, le dicen que seguro es ‘lesbiana’ y la acusan de mirar a otras chicas (en esa discoteca oscura). La chica no es lesbiana, pero ellos la acosan, cuenta uno de los testigos.

De pronto, Fernando que es el que está bailando dando la espalda a los de seguridad del local siente que lo toman de los brazos y entonces empiezan a golpearlo. En el vídeo se puede distinguir el fragor de la golpiza que termina por desfigurarle el rostro.

Una golpiza de odio sin sentido, una golpiza porque el personal de seguridad suponía que eran gays y lesbianas. El odio puede matar.

Una vez cometida la brutal golpiza, tres de los agresores huyeron por la salida de emergencia del segundo piso del local, solo uno fue llevado a la Comisaria de Miraflores donde se hizo la denuncia por discriminación.

Tres horas retuvieron a uno de los agresores y luego lo liberaron. Se fue a su casa mientras Fernando, que se llevó la peor parte, seguía sangrando. Cuando sus amigos pidieron una copia de la denuncia o, por lo menos, un acta, se los negaron.

El Urban Bar ha colgado un escueto comunicado en el que reconoce que los hechos ocurrieron y asegura que se sancionará a los agresores. Pero de palabras ya estamos hartos, las horas siguen pasando y la impunidad también.

conclusión

El Estado peruano no garantiza ni protege la vida de los demás. Tenemos un Estado represivo donde la policía, jueces, fiscales, instituciones públicas, empresas privadas son homofóbicas, y donde la iglesia católica y las evangélicas promueven una millonaria campaña de odio exigiendo criminalizar y matar a los homosexuales aliándose con fuerzas políticas como el fujimorismo, el APRA, Alianza para el Progreso y otras.  

El discurso de odio que viene desde el púlpito y de los escaños del Congreso está derramando sangre y desempolvando prejuicios y violencia alentados en la impunidad. Si no hay leyes, hay muerte. Si hay muerte, no hay Estado ni democracia.