No es la primera vez ni seguro la última que el fujimorismo valiéndose de ayayeros y aliados sean economistas, abogados, periodistas o fanáticos quiera ‘limpiar’ a su líder preso en la Diroes de la responsabilidad política de las esterilizaciones forzadas que ellos llaman planificación familiar y hagan los esfuerzos necesarios para convertirla en un “mito”, “novela”, “error”. Esta vez es en un libro de María Cecilia Villegas, abogada que ahora se rodea de una élite de economistas- el que niega, en la misma línea del discurso naranja, esa nefasta política. Pero, ¿qué se esconde detrás de este libro?
La autora que ha titulado La verdad de una mentira señala que no hubo 300 mil esterilizaciones forzadas y que no fue política de Estado, usa la palabra mito, que ha sido repetida por más de un fujimorista. Empieza mal al no considerar que según información del Ministerio de Salud, recogida por la Defensoría del Pueblo, en el Perú se dio una política pública que impuso el control de la natalidad de manera autoritaria, con énfasis en esterilizaciones de hombres y especialmente mujeres (320 mil mujeres y 22 mil hombres), que exigía “metas” mensuales e incentivos a médicos y enfermeras por ligaduras de trompas y vasectomías. Solo entre 1996 y 1997, en un solo año, se esterilizaron a 200 mil mujeres y hay 18 víctimas mortales.
Otro dato que la desmiente es que la primera investigación fiscal que empezó hace 14 años registró 2074 denuncias y se amplió a 2116, pero además hay una nueva que alcanza las 1600, según han informado medios de prensa.
Persiste en la mediocridad. En reciente entrevista la abogada es consultada sobre las 3761 personas inscritas en el Registro Nacional de Esterilizaciones Forzadas (REVIESFO), creado por el gobierno el año pasado, y que sigue abierto porque en 20 años se ha querido obstaculizar e impedir que muchas víctimas denuncien y recién muchas de pueblos lejanos lo pueden hacer. Bueno, Villegas dice: “A ver, lo que pasa es que mi investigación lo que hace es un análisis de la política pública. Yo no he entrado a analizar cada uno de los casos”. Entonces, con esta respuesta que denota falta de seriedad y parcialidad, que toma información para validar su opinión y deshecha la real, vale preguntarse ¿de qué investigación estamos hablando?
Para hacer frente a la avalancha de críticas que ha recibido, Villegas responde: “no soy fujimorista”. Basta leer sus antiguas columnas en un diario nacional en las que, por ejemplo, dejó ver su tristeza por la derrota de Keiko Fujimori y la complacencia con lo que fue el gobierno del padre: “Una derecha madura y organizada hubiese hecho suyos los logros económicos del gobierno de Fujimori. Lamentablemente, la derecha peruana es débil, pusilánime, carece de hidalguía y valor. Esa derecha debió apoyar a Keiko y defender sus ideales liberales. Tristemente, cuando PPK y Castañeda lo hicieron, fue a medias y tarde. Toda esa tibieza de aquellos que debieron comprometerse y no lo hicieron. Demasiado limpios, demasiado puros. Esos tibios que prefieren no ensuciarse ni hacerse responsables, a ellos Dante Alighieri les tiene reservado un lugar especial: ni el Cielo ni el Infierno; el Perú de Ollanta”.
Como dice el dicho, escribe como fujimorista, habla como fujimorista, piensa como fujimorista ¿no es fujimorista?
EL INDULTO Y EL JUEGO ECONÓMICO
Decíamos que el fujimorismo tiene que valerse de aliados para destruir el caso de esterilizaciones forzadas. Alejandro Aguinaga, exministro de Salud fujimorista, investigado por este caso, ha dejado de ser un vocero efectivo. Su evidente molestia en el tema le hace ser grotesco y ofensivo. Hace poco en el talk show con tufillo naranja de Nicolás Lúcar, Aguinaga se enfrentó a Victoria Vigo, una de las víctimas que ha ganado juicio ante el Poder Judicial. Él trató de dejarla como una mentirosa, ella no solo argumentó explicando su caso, sino que le recordó su pasado fujimontesinista. Aguinaga, de paso, no ha explicado sus 12 visitas el año pasado al despacho del fiscal de la Nación, pese a ser un investigado.
Sin voceros creíbles, entonces, ahora como antaño, se pretendería maquillar la verdad usando a otros profesionales. El economista Richard Webb sorprendió hace algunas semanas con la columna “Malthus de cabeza” en la que sostiene que las esterilizaciones forzadas fueron "muy acotadas”, que se creó un “mito”, y que este “mito perjudica políticas públicas de control de natalidad”. Ojo con eso último. Su columna recibió una contundente respuesta del Grupo de Seguimiento a las Reparaciones a Víctimas de Esterilizaciones Forzadas (GREF), exigiéndole aclaración. Webb, coincidentemente, escribe el prólogo del libro de Villegas.
¿Por qué hoy a 20 años de ocurridas las esterilizaciones forzadas que aún esperan justicia, economistas y ciertos profesionales salen a preocuparse del caso?
Ensayo respuestas: Uno, las esterilizaciones forzadas son crímenes de lesa humanidad por las que Alberto Fujimori aún no ha respondido ante la justicia, ni sus exministros, ni muchos operadores de salud. Existe necesidad de 'voltear la página' en este caso para evitar otra condena y más aún en una coyuntura donde el indulto mantiene a todos en vilo. Segundo, este caso le hizo perder muchos votos a Keiko (sino hasta perder las elecciones), porque la enfrenta con el grueso de sus votantes, mujeres en situación de pobreza. El fujimorismo no ha de querer arriesgarse nuevamente de cara al 2021. Tercero, otra estrategia es decir que la política económica de Fujimori fue exitosa y que ello se logró también por el control de natalidad. Solo en una visión simplista, discriminatoria y perversa, la pobreza se elimina, eliminando a los pobres.
Este punto es clave. En el plan de gobierno que presentó Fuerza Popular en la última campaña electoral se describió una sospechosa iniciativa: “En materia de igualdad de género (…) sobre la base de un consenso nacional aprobaremos una política orientada a garantizar el derecho de la mujer a la definición de la oportunidad y el tamaño de su familia”.
No es un secreto que Fuerza Popular es un partido de derecha conservador que se enfrenta a los derechos de las mujeres. ¿Por qué siempre quieren controlar el cuerpo y la decisión de las mujeres? Por qué no información y educación sexual para que cada quien elija.
Con un gobierno arrinconado por el fujimorismo, aunque aliado también en muchos temas, no sería descabellado pensar que ahora intentan retornar con políticas de control y planificación familiar nuevamente dirigidas a los más pobres. Acabar con los pobres será acaso, eliminar a quienes hoy consideran ‘enemigos’ de la economía. Las violaciones de derechos humanos no se debaten. Mucho cuidado con las intenciones que se mueven detrás de cifras y discursos económicos. La verdad es una sola. Por eso, no hay que voltear la página. Así no.
EL DATO
En el 2003, el gobierno peruano firmó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos un Acuerdo de Solución Amistosa admitiendo que se violaron los derechos humanos de Mamérita Mestanza, cajamarquina que murió a consecuencia de esterilización forzada, y se comprometió a investigar y sancionar a responsables. El caso contribuyó a la creación del REVIESFO. ¿Acaso van a decir ahora que esto tampoco existe?